Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
Agua
El agua del grifo de empresas públicas de acreditado prestigio cambia en verano en lugares que sufren sequía. Ya no es la de siempre, aunque consumirla sea perfectamente seguro y saludable. Otra cosa es que existen personas cuyo organismo debe hidratarse con ligerísima agua mineral natural o que nos dé por pensar en los residuos que deja el agua corriente cuando se evapora. ¿Es frívolo decirlo? No. Despacharé algunos motivos.
A los cálculos renales les sienta mejor el agua embotellada de mineralización muy débil porque ayuda a la prevención. No obstante, la prioridad del paciente no serán las aguas de manantial sino acceder (pronto y en la sanidad pública) a los tratamientos más adecuados que lo salven del dolor, los fortísimos analgésicos y el riesgo de adicción. ¿Hay que comentarlo y considerarlo? Sí.
Otras veces desayunamos, almorzamos y cenamos noticias muy tristes y terroríficas sobre la contaminación de embalses o pozos con fertilizantes y residuos orgánicos; no siempre la costosa tecnología de depuración consigue hacer bebible la menguante agua de algún pantano, este bien público y vital que, como se recalca, pertenece a la sociedad del presente y del futuro. ¿Ante esto se actúa con suficiente visión y anticipación? ¿Son las políticas y el control urbanístico y ambiental los adecuados? No siempre.
También, en días como los actuales nos recuerdan que ahorremos agua y no se malgaste. “¡Reacciona!”, ordenan en la publicidad institucional para afrontar la sureña sequía, después de no hallar problema en un nuevo campo de golf en la seca ciudad de la Mezquita y tener llenas las 11.700 piscinas cordobesas. “¡Reacciona!”, lo leí, lo escuché. ¿La ciudadanía quiere poner su grano de arena frente al problema del agua? Rotundamente, sí.
¿Cómo se comporta la sociedad en su día a día? Abundan las soluciones individuales para quien se las pueda pagar y eso no es bueno. Agua mineral natural embotellada, servicios de agua a domicilio desde dispensadores de garrafas, filtros y descalcificadores de agua instalados en nuestros hogares…
Conste que no censuro la utilización sensata de la botella de agua mineral, ni la especificidad de aguas beneficiosas para la salud, ni el valor de nuestros manantiales, ni la instalación de Aquaservice o El Botijo de Andalucía, ni a empresas innovadoras como Flow que comercializa en tetrabrik agua naturalmente alcalina de un pozo artesiano de Canadá, ni el agua con gas, ni el agua gourmet.
Sí me preocupa la tendencia (justificada o no, según el caso) a una suerte de copago por el agua potable. Abonas un servicio público y no es suficiente o hacen que no te parezca suficiente.
¿No son síntomas de una ‘privatización’ paulatina del agua?, ¿de un espacio de negocio creciente a partir de un derecho que creíamos garantizado en países ricos? ¿Se ha abierto una fuente de desigualdad a borbotones? Probablemente sí.
Hace un tiempo nos llevábamos las manos a la cabeza con las aguas minerales exclusivas, carísimas. Lo intolerable es que el lujo sea simplemente beber el agua nuestra, de todos.
Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación
Sobre este blog
Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
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