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Dogma BUMM (II) La C: Compromiso

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Enrique Merino

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Seguro que más de uno estará diciendo: “Este ya no sabe de qué escribir”. Mientras que otros dirán: “Pfff, ¿el compromiso?”. Pues sí, el compromiso.

Comprometerse es una palabra maravillosa de la lengua española. Según la Real Academia: 1. Obligación contraída por una persona que se compromete o es comprometida a algo. Es decir, las personas nos obligamos a cumplir una serie de premisas que hemos aceptado realizar o asumir.

Pero más me gusta está segunda definición: 2. Acuerdo formal al que llegan dos o más partes tras hacer ciertas concesiones cada una de ellas.  Esta, desde nuestro punto de vista profesional, es clave.

El compromiso es un acuerdo al que llegan dos o más partes, en este caso, cuando una persona firma un contrato de trabajo con la empresa ambas partes establecen un compromiso. Por un lado, el trabajador se compromete a realizar de forma eficiente y productiva su trabajo, y la empresa se compromete a abonarle ese servicio acorde a ley, permisos, seguros, dotarle de medios, etc, etc. Vamos, lo que sabemos (siempre legalmente por supuesto).

Lo que pasa la mayor parte de las veces es que el compromiso se sobreentiende, y eso está muy bien para las inercias de las empresas, pero jamas se debe olvidar. El

compromiso debe estar siempre presente. Las empresas, salvo que nos salgamos de situaciones excepcionales, siempre cumplen. Vamos, que se pagan las nóminas. Pero... ¿y el trabajador? ¿Mantiene su compromiso con la empresa? Aquí es donde reside la clave.

A veces se nos olvida que los compromisos han de ser mutuos. De uno y otro lado.

Por supuesto, si hablamos de “pasadores de día” tenemos un verdadero problema, pues su compromiso con la empresa se ceñirá al mínimo, falto de actitud total.

Es deber de los empresarios y responsables ser capaces de transmitir al equipo ese “salario emocional” y otros valores importantes para que el equipo sienta y viva el compromiso hacia la empresa. El trabajador debe sentir que su compromiso con la empresa está vivo, y que la empresa depende de él y de su esfuerzo.

Hoy en día es más importante una persona comprometida, que quiere mejorar, que quiere hacer bien su trabajo, que desea progresar en la empresa, que quiere que esta reconozca su esfuerzo, y por tanto, que está comprometida, a una “estrellita”. Este último se dedicará a hacer su trabajo, muy bien por supuesto, pero en cuanto pueda buscará salida a otro lado. Y así estará siempre, porque no tendrá compromiso alguno que lo ate.

Pero, además, esto es recíproco. La empresa comprometida con los miembros del equipo se volcará en ellos, hará lo posible por que siempre estén motivados y se sientan partícipes del proyecto. Les dará todo lo que esté en su mano, de manera justa, para que sepan valorar que el compromiso entre ambas partes está vivo y se renueva constantemente.

Prefiero cien veces un equipo comprometido y con talento que un grupo de talentosos intentando hacer equipo. Porque en este último caso, los egos, las vanidades y la desidia harán imposible enfrentarse a los proyectos y al trabajo que la empresa requiere, transformando en un crisol de individualidades un conato de equipo, no llegando a ningún sitio y generando un problema para la empresa.

Por eso hay que comprometerse, el miembro del equipo ha de estar al 100%. Y la empresa igual, y si no lo estamos hemos de analizar la situación y buscar el fallo para crear nueva motivación. Esa será función clave de la empresa. Porque no olvidemos, como ya hemos dicho muchas veces, que las “empresas son personas” y cada uno de nosotros tenemos nuestras situaciones personales que nos pueden afectar positiva y negativamente.

Así que si estás leyendo esto, y si te leíste el de la semana pasada, tienes dos valores clave para mí en 2020, y estoy convencido de que hay más de un empresario que también los busca para su equipo de trabajo. Si en tu empresa no los valoran, pásale estos artículos y que me llamen, que en un café seguro que los convenzo. En cambio, si en tu empresa sí los valoran, ahora es cosa tuya: tu compromiso no puede fallar.

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