¿Un presupuesto familiar nos ayuda a vivir mejor?
Puede parecer poco interesante incluso difícil de conseguir establecer nuestro presupuesto familiar, el nuestro en particular. Pero veremos que no es tan difícil de plasmar y de controlar.
Lo primero que tenemos que saber es el concepto de presupuesto. ¿Qué es un presupuesto?
Un presupuesto consiste en calcular o proyectar los gastos que se van a pagar a una fecha determinada con unos ingresos que ya tenemos o bien que esperamos percibir antes del pago de dichos gastos.
Sencillo o no de entender...
Seguro que en alguna ocasión consciente o inconscientemente ya hemos efectuado el cálculo de un presupuesto. Pensemos en los gastos que hemos calculado para hacer un viaje en verano, por ejemplo.
Dedicar un cierto tiempo a realizar un presupuesto nos ayudará a establecer OBJETIVOS alcanzables y PRIORIDADES, sin olvidar la importancia del control de las desviaciones del presupuesto.
El presupuesto familiar nos dará una visión y control de los gastos que se producen en nuestra unidad familiar y nos ayudará a conseguir el objetivo de AHORRAR.
En primer lugar tendríamos que pensar en el total de ingresos que tenemos, tanto en lo que llamaremos ingresos activos como los denominados ingresos pasivos.
Llamaremos ingresos activos a los ingresos que provienen de nuestro trabajo habitual, ejemplo ingresos por una nómina o de una actividad empresarial.
Y denominamos ingresos pasivos a los ingresos generados por nuestros activos, por ejemplo rentas procedentes de inmuebles o de nuestro capital.
Ejemplo sería la renta de alquiler de un inmueble o dividendos de las acciones. Estos ingresos son los que nos ayudarán para el futuro, ingresos que se han originado normalmente por nuestro ahorro. Muchas veces nos olvidamos de poner a “trabajar” a nuestros ahorros y esto no debería ocurrir.
La segunda partida de nuestro presupuesto familiar, muy importante, es la referente al total de gastos que tenemos habitualmente en nuestra unidad familiar.
También podríamos establecer dos categorías:
1º Gastos fijos no controlables.
Son normalmente los gastos necesarios en los que no podemos modificar su importe. Un ejemplo sería el recibo del préstamo o la cuota de la comunidad de vecinos, alquiler del piso, etc. No podemos, normalmente, actuar sobre este tipo de gastos para disminuirlos.
2º Gastos variables controlables.
Estos serían los gastos necesarios cuyo importe nos varía, en los que de alguna manera, sí podemos actuar sobre ellos, podemos conseguir pagar menos. Un ejemplo puede ser el recibo del teléfono o el recibo de la luz. Si controlamos el consumo podemos incidir en su facturación.
3º Superfluos
Son gastos innecesarios en los que sí podemos actuar disminuyendo su importe o incluso prescindiendo de dichos gastos, pensemos en compras innecesarias o caprichos puntuales.
Y dentro de estos gastos que tenemos todos los meses, algunos quizás no necesarios, deberíamos empezar a tener nuestro “recibo del ahorro” para ayudarnos a tener una hucha para el futuro y para los imprevistos del presente.
Recordemos que nuestro presupuesto familiar debe salir con saldo positivo, es decir, no debemos caer en el déficit del que tanto hemos oído hablar y seguimos oyendo. El déficit se produce cuando se gasta más de lo que se ingresa y es cuando nos vemos obligados a acudir a financiación con su coste.
Pero no nos confundamos con la alternativa de pedir un préstamo y tener capacidad con nuestros ingresos para atender nuestro recibo mensual. Muy importante es el control periódico, semanal o mensual, de nuestras partidas del presupuesto familiar para poder conocer y controlar las desviaciones.
Para finalizar, unas reflexiones:
Tenemos que conocer y controlar nuestros gastos, obtener ingresos pasivos y nunca gastemos más de lo que ingresemos...
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