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El 'me too' y la reacción

Alfonso Alba

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Negar que en el año 2018 existe el sexismo, la xenofobia y una desigualdad cada vez más galopante es como seguir pensando que la Tierra es plana. Racionalmente es insostenible. Pero aún hoy hay gente que piensa que la Tierra es plana. De la misma manera que piensan que no existe el machismo, y que vivimos en el siglo más igual de la Historia.

Desde el principio de la Humanidad, a los progresos científicos y sociales siempre les ha surgido una reacción. Quemamos a los astrónomos que nos decían que la Tierra giraba en torno al Sol. Aún hoy se discute que nuestros primos hermanos más cercanos sean los monos y se analizan las teorías de Darwin (aquí en España tenemos todavía la etiqueta de Anís del Mono, que nos lo recuerda). Y, desde luego, todos los progresos están llenos de matices.

Puedo afirmar y afirmo que en mi profesión abunda el machismo. Pongan La Sexta, la televisión más progresista de España. Normalmente, las periodistas que dan a cámara son bastante guapas. En el caso de los hombres, ya sabemos, da igual. Y hay muchas periodistas muy guapas que lo hacen muy bien. Pero si no lo fueran lo habrían tenido más difícil. En algunos casos, imposible.

2017 ha sido el año del feminismo. 2018 va camino de convertirse en el segundo año del feminismo. O, espero equivocarme, en el año de la reacción. Insisto, en todos los avances sociales los ha habido. En muchos se han conseguido frenar los progresos. Que la desigualdad siga disparada (la económica, que a mi juicio siempre manda sobre el resto) es un triunfo de la reacción.

Hace años, me sorprendió la conciencia feminista que existía en los Sanfermines de Pamplona, a los que voy habitualmente. En lo que es “la fiesta del fin del mundo”, donde parece que todo vale, una ciudad aparentemente muy conservadora como Pamplona dijo basta a lo que cada verano se repetía en sus calles. Gracias a esa conciencia, se desenmascaró a la manada. No es que esas cosas no pasaran antes, es que en el pasado a una chica así no se le solía creer.

En Córdoba, he visto camisetas en la Feria haciendo bromas con la manada. Al igual que no nos gustaría ver ninguna de apoyo a los SS que exterminaban judíos, o a las que comparen a los negros con monos, tampoco nos gustaría ver esas ante las que hasta ahora hemos sido más permisivos. Que no te dejen entrar en una caseta porque lleves una camiseta machista me parece bien. Que se haga lo posible por huir de la publicidad sexista para llenar de machotes una caseta me parece bien.

No entiendo, insisto, la extraña reacción a estas medidas. Obviamente, todas vienen de hombres, que no sufren este problema. No sé si algunos tienen hijas. Y si sus hijas tienen ya edad para ir a la Feria. Lo mismo entonces se lo pensaban.

Más allá, hay otro peligro: banalizarlo todo. No se puede hacer una enmienda a la totalidad. No se puede seguir negando que existan denuncias falsas (más de las que pensamos y personalmente conozco unas cuentas), que haya mujeres que se han aprovechado de serlo para hacer carrera profesional (ojo, como muchos hombres que siguen aprovechando que lo son y su poder para lo mismo) y que a veces se entra en clichés peligrosos. Pero no hay que confundir. Una cosa es feminismo y otra hembrismo. Ese sí es análogo al machismo.

Queda mucho por luchar. Pero ojo, que 2018 parece ser el año de la reacción.

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