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Golpes bajos

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Alfonso Alba

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“No mires a los ojos de la gente

Me dan miedo, mienten siempre

No salgas a la calle cuando hay gente

¿Y si no vuelves? ¿Y si te pierdes?“

Desde el año 1999 me he tragado ya unas 18 campañas electorales, entre generales, autonómicas, locales y europeas. Además de las dos semanas de campaña electoral, de la jornada clave en la que se vota y de los días después en los que se pacta, atrás quedaron aquellas mayorías absolutas, están los meses previos. Y hasta los años. Y empiezo a dudar sobre si son los peores.

En breve se va a iniciar un nuevo ciclo electoral. Parece que empezaremos con unas andaluzas, para ver si finalmente en primavera tenemos generales, europeas y locales. Si las generales no se adelantan, lo más probable es que nos vayamos a una nueva campaña en otoño o principios de 2020 como muy tarde. Entre nueve meses y un año y medio de campaña electoral.

Pero desde hace quizás un año y aunque no nos hayamos dado cuenta vivimos en una eterna campaña electoral. Me estoy haciendo viejo y empiezo a pasar por el prisma de la precampaña casi todos los mensajes que nos llegan a los medios de comunicación. Los políticos, los que van tras unas siglas, son quizás los más sinceros en este punto. Ya sabemos que quieren o conservar el poder o alcanzarlo con su partido. Pero hay personas que nadan entre dos aguas, que se disfrazan de representar a un colectivo pero que hablan en clave política. Son los que nadan y guardan la ropa, pero los que lanzan mensajes con una clara intencionalidad, en muchos casos personal.

La aparición de nuevos partidos ha provocado la llegada de una nueva legión de arribistas que en muchos casos los ha infestado. Muchos, antes, buscaban fortuna en las estructuras de los viejos partidos, donde se trabajaba con otra clave. Ahora han llegado a copar cargos y, sobre todo, a dirigir mensajes que compran estos nuevos partidos. Y en muchos casos, carentes de toda ideología. El fin justifica los medios. Señalan problemas pero parecen más contentos de que no se resuelvan, de que el conflicto dure eternamente, pues así tendrán siempre un altavoz para que nosotros, los medios, siempre dóciles, le demos su poquito de plataforma.

Son malos tiempos además para la lírica. Y más para los golpes bajos. Incluso, o yo diría que sobre todo, entre los compañeros de partido, los que se apuñalan públicamente o entre bambalinas para ir lo más arriba posible de la futura lista electoral. Sin más ideología que la ambición.

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