Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
La generación que ya vive peor que sus padres
En Feria, Ana Iris Simón arranca con un debate generacional: ¿de verdad que vive mejor que lo hacían sus padres a su edad?
Esta semana, un alumno de Loyola de Comunicación me hacía una entrevista para un trabajo de clase. Muchas de sus preguntas iban por las oportunidades reales que tiene su generación para trabajar en un oficio como este. Y recordé que yo, hace 20 años, a pesar de los pesares, de estudiar gracias a una beca en la Universidad pública, de carecer absolutamente de padrino alguno, tuve mi oportunidad, que aproveché. Pero sobre todo que entonces, cuando había también mucha precariedad, al menos teníamos la perspectiva de que podíamos acabar encontrando un hueco. Hoy, con redacciones adelgazando, hay que ser muy bueno y, desde luego, tener mucha suerte para tener esa oportunidad.
Nuestros padres se hipotecaron para comprar una vivienda que ya han pagado. A pesar de que asumían tipos de interés disparatados (hoy el Euríbor está absurdamente en negativo) el capital a devolver era sostenible. Otro amigo colgaba recientemente en Twitter el anuncio de una promoción de viviendas de los setenta en Sevilla, con los pisos más caros por 450.000 pesetas. Esas casas no se venden hoy por menos de 100.000 euros. Y eso que tienen 50 años.
Todas las generaciones anteriores tenían perspectivas. Algo les decía que el futuro iba a ir mejor. Y así, supuestamente, acabó sucediendo. El paro fue menguando, los derechos sociales aumentando e incluso un presidente del Gobierno llegó a poner los pies en la mesa del G-7. Pero todo estalló por los aires por algo que ya estaba avisado: Europa decidió que España viviría del sector servicios y el modelo productivo del país, su industria, se convirtió en eso. De esos polvos, etcétera.
Hoy, la perspectiva de la generación actual pasa por emigrar. El país ofrece escasas oportunidades a la supuestamente generación mejor preparada de la historia. La pandemia ha venido a rematar sus esperanzas y el mal llamado ascensor social se ha quedado averiado en la primera planta.
Aunque quieran trabajar tanto como lo hicieron sus padres no pueden hacerlo. Y si logran un empleo, apenas ganarán dinero para pagar el alquiler, internet y la comida. Nada de pensar en comprarse una casa o iniciar un proyecto de vida si no es pidiendo una hipoteca descomunal.
Tendemos a mirar con condescendencia a las generaciones que nos suceden. Solemos apelar a que nosotros éramos diferentes, que teníamos más hambre, más conciencia social o que éramos menos individualistas. Que socializábamos más. Y todo puede ser verdad. Pero tengo claro que si yo tuviera ahora 20 años y me hubiera tenido que comer una pandemia, un confinamiento, un toque de queda, un mundo laboral canibalizado y una absoluta falta de perspectivas en el futuro es probable que no sería como fui. O como soy hoy.
Como con el cambio climático, todas las generaciones actuales se han comportado como si no existiera un mañana. Como si los hijos y nietos que han tenido no tuviesen que habitar su mismo planeta. Con nuestro sistema económico y nuestro sistema productivo ha ocurrido lo mismo. No sé si es tarde, pero tengo serias dudas de que esa lluvia de millones que van a llegar a España con los Next Generation sirvan para algo si somos incapaces de hablar de otra cosa que no sea de las elecciones de Madrid del próximo martes, donde todo parece un doble o nada y donde casi nada se ha hablado de los verdaderos problemas de los que tienen que habitar este mundo en los próximos años.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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