Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
Dormir tranquilos
Fue Yolanda Díaz la que a última hora del domingo, después de conocer el resultado de las elecciones, aseguró que “la gente se va a dormir tranquila”. A veces, los periodistas estamos aseteados por una enorme cantidad de puntos de atención que apenas podemos digerir. Pero no fui consciente hasta el domingo por la tarde, cuando había un aluvión de gente preguntando qué iba a pasar, cuando entendí que sí, que muchos votantes tenían un miedo real y certero al resultado electoral.
Para los gurús de los partidos, para aquellos que insisten en que las campañas electorales no sirven para nada, la de este mes de julio se tendrá que estudiar detenidamente. De cómo la izquierda le ha dado la vuelta a las encuestas. De cómo la derecha se ha equivocado en prácticamente todo lo que ha dicho y hecho. Y de cómo es difícil convencer a una mayoría cuando vas de manera clara y directa a por una minoría.
Esta semana, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, le ha echado toda la culpa a Vox. Ha identificado a muchos de sus votantes que han dejado de hacerlo por unas políticas anti LGTBi clarísimas. Son padres y madres de ciudadanos contra los que se iba, a los que claramente se le iban a recortar derechos. Pero se olvidaba el presidente andaluz que Vox no dirige ningún gobierno, ni local ni autonómico, de importancia en España. Y que si se están suprimiendo consejerías de Igualdad, si se están retirando banderas LGTBi, si se está cargando contra un colectivo que ha sufrido mucho para conquistar derechos, se está haciendo después de que el PP haya firmado pactos con Vox.
En el PP hay quien dice que el error es haber hecho esto antes de las elecciones y no después. El error estratégico, entiendo. Esto es algo desconcertante. No asustar al votante antes.
La suma del PP y Vox es de un 45%. No es poco. Es bastante. Pero es insuficiente. Hay una mayoría de españoles que ha optado por una opción diferente, que en esta ocasión era bastante clara: imposible pactar con este bloque por, precisamente, este tipo de políticas que le quitaba el sueño a mucha gente. Y esa gente, insisto, es curiosamente la mayoría.
El PP ha obtenido dos mayorías absolutas en España: en 2000 y en 2011. La de 2000 fue justo después de que Aznar pactase con el nacionalismo vasco y el catalán. La de 2011, con un Rajoy que simplemente esperó su turno mientras Zapatero se iba cociendo lentamente en un Gobierno que negaba una crisis económica que se estaba llevando a medio país por delante.
El año pasado, cuando la economía no se había venido abajo como pronosticaron los profetas del apocalipsis, había dirigentes del PP que torcían el gesto en privado. Si hay un argumento por el que reciben muchos votos es por la teoría de que gestionan la economía y la hacen crecer. Sin ese argumento, tenían que dar la batalla cultural, el terreno de juego que ya había trazado Vox y toda la derecha populista que hoy campa por el mundo entero. Esos populares que torcían el gesto sabían que así no se ganan las elecciones. Al menos no con contundencia. Sino que en esa hipérbole constante se asusta más que ilusiona.
Aún así han estado muy cerca. El PP ha sido el partido más votado y con Vox suma 11 millones de apoyos. Y todo esto con una de las peores campañas que se recuerdan.
Lo peor quizás viene ahora. Tras ir durante dos semanas a 200 por hora no va a ser fácil frenar de golpe en las curvas. Cuando se crían monstruitos estos acaban haciéndose mayores y después vienen y te comen. Veremos.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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