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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

De erupciones, mentes y volcanes

La casa rodeada por lava

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Noelia de Mingo volvió a apuñalar. Ha sido ingresada en la unidad psiquiátrica del centro penitenciario de Fontcalent ( Alicante ), tras ordenar la jueza su ingreso en prisión. El problema es que ella sigue siendo la misma enferma y donde va es de nuevo una cárcel. Hay quienes debieran estar de por vida en un psiquiátrico. Sí, en aquellos manicomios tan denostados como extintos. No soy una experta, pero sé que he defendido en mi vida a muchas personas que no eran delincuentes, sino enfermos mentales de por vida y sin cura. !Que mal nos ha hecho la anti psiquiatría!.

Y el problema es que el tiempo pasa y esos enfermos cumplen su condena y salen a un mundo que tal vez no entienden; a una sociedad que ha evolucionado sin ellos; a un entorno cargado de agresividad. Enfrentarse de nuevo a frustraciones, o a drogas, o simplemente a personas que los miran “diferente”. Y de repente estallan los oscuros resortes de esa mente enferma. Una mente que es como un volcán. Furias, paranoias, alucinaciones y fantasmas que los persiguen. Ahí, muy adentro, como el magma del volcán de La Palma. Cuando de repente se produce la erupción, ya no hay remedio. 

Tener en la puerta de al lado a un enfermo mental con demostradas reacciones violentas; que haya incluso matado y creer que no lo hará solo por una pastilla, esa que un día tal vez no haya tomado, es un riesgo al que nadie debe exponernos. Es como vivir junto a un volcán. 

Los humanos seguimos empeñados en controlar la mente tanto como las fuerzas de una naturaleza poderosa, imprevisible y también terrible. En construir en los cauces de ríos que no vemos, en laderas de volcanes que creemos dormidos, o en donde cada año llegan los tornados. No puedo dejar de pensar en esas personas apuñaladas, como en las que han visto sus casas engullidas con los recuerdos de una vida entera. Vidas segadas, vidas sepultadas sin posible reconstrucción, hogares diluidos como azucarillos en una serpiente de fuego implacable. Impotencia y miedo. 

Contener la naturaleza es como tratar de contener una mente enferma. En cualquier momento estalla. Quienes pueden evitar las consecuencias, quienes tienen responsabilidad en ello, no deben mirar a otro lado. Ahora es el momento de un Estado fuerte y solidario, que ofrezca raudo un futuro a familias sin pasado. Engullido por la lava y convertido en nada.

Para otras cosas solo nos queda esperar un milagro, como el de “la casita” de los Cocq, que llegaron a La Palma hace tres décadas y piedra a piedra construyeron esa casa que ha quedado intacta en medio de un mar de lava. La imagen de la esperanza que ha dado la vuelta al mundo.  El Estado tiene que estar a la altura, porque si no lo hace ahora ¿cuando lo hará?. Vacía la mente, vacío el volcán, no quedará nada.

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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