El río dijo hola
El río ha dicho hola. ¿Se fueron a verlo? el Guadalquivir, aburrido como estaba tras la tradicional crecida controlada de verano, tuvo a bien llamarnos la atención y recordarnos lo que realmente es, la vía de escape de una de las cuencas hidrográficas más caudalosas de esta cosa llamada España. El río fue noticia sin serlo, centró los objetivos y las plumas de la prensa local por elevar su caudal hasta los 1.300 metros cúbicos por segundo, tras haber multiplicado por diez su valor normal en menos de 48 horas.
Saltaron las alarmas por el trágico recuerdo encendido en el imaginario colectivo de quien se asienta donde no debe asentarse. Volvieron a activarse los dispositivos de seguridad y vigilancia para tratar de controlar lo incontrolable, la fuerza del agua que pide abrirse camino por donde siempre lo hizo, que impone su ley por sabia, vieja e inquebrantable. El río volvió a recordarnos que sigue ahí, y volvió a insinuarnos, para aquellos que sabemos, queremos y escuchamos el rumor de la naturaleza, que el conjunto biótico asociado a su columna vertebral, ya no puede más.
Me explico. Cierto es que los valores de precipitación durante el pasado episodio de lluvias fue intenso, llegando a registrarse en la capital los 80-90 litros, y alcanzando en aquellas zonas que no vemos, pero que deberían importarnos bastante más, valores de hasta 150 litros. Pero dichos valores, de por sí, no explican la potente crecida experimentada por el río. Muchos pensarán que por tres días consecutivos lloviendo, el río no pudo ponerse como se puso sin aportación de alguna mano negra, por infortunio, tuve la desgracia de leer el rebuzno de quien tiene como conducta ejercer de opinólogo amateur. Ya se aventuran las primeras insinuaciones sobre el papel jugado por la Confederación, esa expresión tan perolera de “eso es que han abierto las compuertas”. Pues bien, la Confederación no abrió una sola compuerta, aún anda conteniendo las aguas que llegan hasta las colas de los embalses. Entonces, ¿qué ocurrió?
Sólo una explicación es posible, una explicación que debería poner en alerta, ahora sí, a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. El río dijo hola por escorrentía. ¿Eso qué lo que é? Dirán. El agua que corre en superficie, so furros. Vamos a ver, cuando una gota cae desde el cielo infinito tiene tres opciones, la uno, sumergirse bajo tierra efecto de la porosidad del suelo, la dos, estancarse en dicha superficie porque el suelo se satura, es decir, un charco, y la tres, que es la dos cuando hay pendiente. ¿Mesentiende? Pues eso, que el río multiplicó su caudal por 10 por pura escorrentía, ¿y eso significa? Pues que el suelo de nuestra querida Andalucía poco más puede absorber sin que el cielo le de un respiro, hecho que se entiende tras los cerca de 250 litros que han caído en dos meses y pico, casi la misma cantidad de todo lo llovido en el pasado año hidrológico, y bastante más de una tercera parte de lo que acostumbra a llover de media en un año.
Es decir, que llover, lo que se dice llover, lo está haciendo, y bastante. Lo notan los embalses de la provincia, que han aumentado considerablemente su volumen almacenado en los últimos dos meses, y que lo seguirán haciendo mientras sus cabeceras sigan soltando agua. Para que se entienda, gota que caiga, gota que irá a parar a los embalses. ¿Y entonces? Pues entonces mal asunto, de seguir así. Si ya el río ha demostrado que aún reteniendo agua por el sistema de almacenaje, es capaz de trasladar un caudal tan significativo como el vivido el pasado fin de semana, en el momento que los embalses de la cabecera del Guadalquivir alcancen su nivel crítico de almacenamiento, en torno al 80%, la previsible crecida estará servida por el sumatorio de escorrentía más desembalse.
¿Y eso será? Esa es una pregunta de imposible respuesta, y uno no puede sino jugar al despiste con tal de no dar una fecha. Pero lo que parece seguro es que de repetirse un par de episodios como el vivido este pasado fin de semana, la tragedia volverá a estar a las puertas. ¿Y hay ingredientes? Pues “lamentablemente”, parece que sí. Como ya dije, las cabañuelas científicas de las que un día hablaré, hacen por fijarnos una circulación del Jet que nos favorecería. De momento, lo más inmediato es la formación de una sorprendente DANA al oeste peninsular, que nos dejaría precipitaciones generalizadas, y nuevo ascenso de temperaturas, en casi toda la Península, con un reforzamiento de la misma en su paso al este peninsular gracias a la entrada de aire muy frío en altura. El problema por el momento es la fuerte dispersión entre modelos, que ven desde un posible anegamiento en cuanto a nuestra zona se refiere, hasta un mísero frentecillo de tres al cuarto.
Lo que sí parece seguro es que nos seguiremos mojando entre hoy y el viernes, con especial incidencia mañana jueves por la tarde, siguiendo la tónica de un otoño muy lluvioso y del que, ahí va mi apuesta, volveremos a ver imágenes muy parecidas a las vividas en los inviernos de 2010 y 2011. Mi consejo, para el que tenga la parsela serquita der río donde corre la fresca en verano, vayan estando muy atentos a los pronósticos meteorológicos de las próximas tres semanas, y si viene agua, huyan...
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