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El color vence al oscuro cielo

Rafael Ávalos

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La lluvia no impide que la hermandad de Linares celebre su tradicional romería, con ambiente festivo y la presencia de las carrozas para combatir el mal tiempo | La corporación celebra su segundo día de triduo en honor a Nuestra Señora de la Purísima Concepción tras la llegada al Santuario

Los cohetes advierten del pronto comienzo. La mañana es oscura, como el cielo. La lluvia no cesa. Pero nada es impedimento para que la tradicional cita tenga lugar. A las ocho de la mañana, la Mezquita-Catedral acoge el inicio de un intenso domingo, en el que la alegría y la devoción vencen a las inclemencias meteorológicas. Éstas están presentes de nuevo. No importa. Poco a poco, los vehículos floridos empiezan a llegar y formar conjunto en el lugar previsto. El color cobra protagonismo, a pesar del mal tiempo, en la avenida República Argentina. La última traca suena sobre las nueve. Tras unos minutos de incertidumbre, con la suspensión del trayecto por parte de las carrozas como opción, arranca el camino hasta el Santuario de Nuestra Señora de Linares.

En esta ocasión, por decisión de la hermandad, los cohetes no avisaron de la romería de Linares a las seis de la mañana, como tradicionalmente ocurriera. De esta forma, el lanzamiento de petardos superadas las ocho, hora a la que los miembros de la corporación de la Purísima Concepción recibían la bendición de su consiliario ante la Puerta de las Palmas, en la Mezquita-Catedral. Al mismo tiempo, las carrozas llegaban a República Argentina, desde había de partir la comitiva rumbo al Santuario de Nuestra Señora de Linares. A las nueve, la incertidumbre invadía la amplia avenida, si bien minutos después los romeros y los jinetes iniciaban su camino. La decisión final acerca de la participación de los vehículos floridos, de los cuales doce correspondían a la Federación de Peñas Cordobesas, se retrasó. Pero estos tomaron también su marcha.

Aun con el cielo en una oscura tonalidad y sin que cesara la lluvia la comitiva continuó su recorrido, que le llevó por diversos puntos de la ciudad hasta alcanzar la salida del casco urbano. Éste empezó a quedar atrás al final de la avenida Agrupación Córdoba. En ese instante, algunas carrozas tomaron camino de regreso, mientras otras siguieron adelante para buscar el Santuario. El mal tiempo, por tanto, no impidió que la hermandad de la Virgen de Linares pudiera celebrar su romería, una de las citas más emblemáticas del calendario cofrade y festivo cordobés cada año. Rebasadas las once, el cortejo llegó al Puerto de la Salve, desde donde, con el rezo cantado, se divisaba ya el destino. El ambiente no decayó a pesar de que los paraguas estuvieran en todo instante presentes. Por otro lado, algunas carrozas fueron cubiertas con amplios plásticos para evitar su deterioro.

Superado el mediodía, romeros, tanto a pie como a caballo, y vehículos floridos encontraban el Santuario de Linares, donde la hermandad de la Virgen de Linares celebró el segundo día de triduo en honor a su titular. La celebración litúrgica, con presencia de diversas autoridades, comenzó sobre las doce y media. Así, la cofradía de Gloria rendía culto a Nuestra Señora de la Purísima Concepción, que lució de forma tan sencilla como brillante como siempre. En un día que poco pudiera aparentar ser de mayo, el color venció al oscuro cielo.

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