Camino de las marismas
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La hermandad del Rocío inició este jueves su trayecto hasta Almonte, con paso por la Mezquita-Catedral | El Simpecado de la filial cordobesa porta reliquias del Santo Juan Pablo II
La tarde es fresca. Horas antes, la lluvia alivia en modo alguno del calor habitual de la fecha, que además llega con un ligero descenso de la temperatura. Es posible que el cielo no presente una tonalidad clara, quizá un tanto sombría para el gran instante que está a punto de tener lugar. Como cada año por mayo, mes de María. Como cada año, con tiempo de antelación respecto a Pentecostés. De repente, el aire de las marismas recorre Córdoba. El aroma que enamora junto a Doñana, en Almonte, cobra fuerza en el centro de la ciudad. El Simpecado cruza la puerta y el compás de la Real Iglesia de San Pablo. Lo hace con cierto retraso, toda vez que en el interior del templo se da un momento memorable. Tras una especial misa de romeros, todo está dispuesto para comenzar el camino. En Capitulares, la carreta aguarda después de que trompetas, cornetas o cajas anuncien lo que está por llegar. La hermandad del Rocío está preparada para iniciar su peregrinación hasta tierras onubenses, donde espera la Blanca Paloma.
Un año más, los sones cofrades de la Agrupación Musical Santísimo Cristo de Gracia advertían de un instante siempre esperado. Un instante que debía producirse sobre las cinco y media, pero que no tuvo lugar hasta cerca de las siete. En el interior de la Real Iglesia de San Pablo, la hermandad del Rocío celebraba su misa de romeros. Un acto litúrgico que en esta ocasión gozó de mayor significado si cabe, pues la corporación filial cordobesa presentaba unas reliquias del Santo Juan Pablo II. Todos los hermanos rindieron culto y besaron tan valiosa pieza. Así las cosas, fue en torno a las siete menos cuarto de la tarde cuando el Simpecado cruzó el arco exterior del céntrico templo. Entre proclamas a la Blanca Paloma, fue colocado en una carreta que lucía importantes estrenos.
Una vez realizada la sujeción de las reliquias de Juan Pablo II en el Simpecado, la comitiva, formada por romeros a pie y caballistas, inició su recorrido por las calles de Córdoba. Al mismo tiempo, los bueyes miraban al Ayuntamiento para el tradicional saludo a las autoridades, al que asistió la alcaldesa de la ciudad, Isabel Ambrosio. Después de este acto protocolario, la carreta buscó la calle Diario de Córdoba para poner rumbo a la Mezquita-Catedral. La hermandad regresó al primer templo de la Diócesis antes de alcanzar los Jardines de la Virgen del Rocío y de abandonar, bajo un cielo cada vez más despejado, el casco urbano. Tamboriles y flautas al final y la Agrupación Musical Santísimo Cristo de Gracia -que al comienzo interpretó la recién estrenada marcha “Rocío, Esperanza y Madre Nuestra”- al inicio, el cortejo dio los primeros pasos del trayecto que acabará en Almonte, ante la Blanca Paloma.
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