Vox y el Circo
El diputado en el congreso de Vox elegido por bastantes cordobeses y cordobesas, José Ramírez del Río quiere que vuelvan los circos con animales a Córdoba. Su compañera en el salón de Capitulares del Ayuntamiento se lo va a pedir también al alcalde de la ciudad.
Es posible que el alcalde de la ciudad diga que no o que diga que sí. Es posible que si hay que negociar unos presupuestos municipales con sus socios diga que sí. Y todo cobrará sentido, porque “es la economía, idiota”, ya que el diputado de Vox alega que el sector “vive una crisis económica sin precedentes que puede provocar el hundimiento del sector circense”. Argumento cerrado.
La economía como excusa o como coartada para cualquier cosa. Y más en tiempos de pandemia. Según un informe de Ecologistas en Acción, en España operan ahora –si operaran- 4 compañías con animales de 34 que había hace unos años. Porque a la gente decente de este país –que es mayoría, aunque nos cueste creerlo a veces- no les gusta ni ver animales sonados ni escuchar chasquidos de látigo.
Está claro que a los miembros y simpatizantes de la formación de extrema derecha les gusta el circo; si no, no se entendería que con sus referentes antidemocráticos, sus ídolos dictadores, su nostalgia de ciertos símbolos, su alergia a la memoria democrática y demás postulados, estén encantados de estar representados en el congreso de los Diputados, al que es posible que les recuerde a un circo en su imaginario. Y por eso van allí y se lo pasan pipa.
Porque en el Congreso de los Diputados no hay animales –excepto los leones Daoiz y Velarde, que son de bronce y están en la puerta-, pero en su interior podemos distinguir a tragasables, contorsionistas, equilibristas, forzudos, escapistas, mimos, ventrílocuos, obviamente tirititeros…
En fin, señores y señoras de Vox ¿no les parecen suficientes atracciones? Dejen en paz a los pobres bichos.
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