Una señal indescifrable
Ha salido volando todo el barrio
Si examinamos aisladamente la frase del entrecomillado es probable que nos evoque a Judy Garland y el fantástico mundo del Mago de Oz. Hay días en que la realidad se desordena y desata sucesos inexplicables como señales codificadas procedentes de otro universo. Eso es justamente lo que ocurrió el domingo pasado. Córdoba salió volando en medio de un ciclón subtropical sin precedentes y vientos huracanados de 128 kilómetros por hora. Desde la inquietante fábula filmada por la Metro Goldwyn Mayer en 1939 no habíamos visto una cosa igual. Poco antes de las nueve de la noche, los árboles comenzaron a abandonar los alcorques mientras los tejados flotaban sobre nuestras cabezas a una velocidad de vértigo.
Al día siguiente, sin embargo, no apareció ante nosotros un camino de baldosas amarillas en dirección a la Ciudad Esmeralda. Bien al contrario, Córdoba se asemejaba a un campo de batalla plagado de trincheras y ramas amontonadas en mitad de la calle. La Policía Local registró 388 incidencias en una noche caótica y fuera de control. Más de 200 árboles fueron arrancados de cuajo por la fuerza indómita de la naturaleza.
El señor alcalde anunció el lunes que la ciudad tardaría dos días en recobrar la normalidad. En el caso teórico, claro está, de que la era de anomalías meteorológicas en la que se adentra el planeta pueda ser tildada de normal. De hecho, un tipo tan prudente como el señor Bellido pronunció una frase realmente turbadora. “Nos falta conocimiento sobre qué consecuencias pueden tener fenómenos de esta naturaleza”, dijo con una franqueza desconcertante.
Tras el paso devastador de la tormenta subtropical, no apareció el Mago de Oz para indicarnos cómo diablos regresar al mundo que conocíamos hasta ayer. Pero un triunfo de San Rafael se vino abajo en la Plaza del Alpargate en una señal indescifrable sobre el futuro que está a punto de llegar.
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