No molesten: estamos parcelando
Están usurpando el arroyo Pedroches
Vivimos en un mundo maravilloso. Un universo fascinante creado para nuestro disfrute sin restricciones. Ahí tienen, sin ir más lejos, el arroyo Pedroches. Un ejemplo portentoso de bosque mediterráneo plagado de libélulas azules y quejigos. Y ahí está. Al alcance de nuestra mano. Usted puede llegar un buen día y plantar su parcela ilegal sin que la autoridad competente le moleste con sus estúpidas impertinencias.
La naturaleza es un regalo que la madre Tierra nos ofrece para nuestro goce como animales libres y salvajes que somos. Sobre todo, salvajes. Sin normas burocráticas que restrinjan nuestro derecho a depredar el territorio. Y a colocar vallas donde nos salga de las narices. Que para eso somos los reyes del planeta y gobernamos la naturaleza con las leyes de nuestra soberbia. Si hay que usurpar el cauce del arroyo, se usurpa y santas pascuas. Por mucho dominio público y mucha leche frita que estipule la legislación vigente.
Los caminos, queridos contribuyentes, han nacido para ser privatizados. Lo dice el sentido común y el espíritu incontestable de la libertad de mercado. Los bienes terrenales están ahí y solo tenemos que alargar nuestra billetera para meternoslos en el bolsillo. Hoy nos hemos repartido un paraje excepcional del arroyo Pedroches y mañana haremos lo propio con los Baños de Popea y la Cuesta de la Traición.
Somos los hijos de la libertad, que diría el señor Javier Milei, nuestro redentor. Nada que ver con esa banda de aburridos que van por ahí desalambrando fincas y proclamando el derecho de los ciudadanos (y ciudadanas) a transitar por las veredas del mundo. Y sin pagar un puto duro. Cualquier día se meterán en el salón de su casa y pondrán sus sucias botas de montaña en lo alto de la mesa. Al tiempo.
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